Nos gustaría que pueda dimensionar el reto al que nos enfrentamos al iniciar un proyecto para crear un producto digital: va más allá de su funcionalidad y estética, en el fondo tiene que ver con resolver un problema, que las personas lo utilicen, generar retorno, ser más eficientes y cumplir objetivos de negocio, suena algo abstracto ¿cierto?
Conlleva la participación de muchas personas, con diferentes roles y puntos de vista, lo que reduce nuestro camino no solo a hacer un buen diseño o trabajar con la mejor tecnología, sino a la capacidad de organizarnos: a definir las mejores actividades, para que a partir de una comunicación eficiente, se generen resultados.
“Nuestros procesos determinan la calidad de nuestros productos. Si deseamos mejorar nuestros productos, debemos mejorar nuestros procesos”
Generar buenos resultados, es lo que nos llevó en Creativería a plantear un proceso estructurado, basado en metodologías y formas de pensamiento que tal vez haya escuchado, como el Diseño Centrado en el Usuario, Design Sprint, Lean y Scrum; este proceso se adapta a las necesidades específicas de cada proyecto, pero en general se compone de lo siguiente:
Nuestra primera sesión con el cliente es extremadamente importante; nuestro equipo utiliza actividades de Design Thinking para obtener la mayor cantidad de información del proyecto. Buscamos responder preguntas como:
A partir de esta información podemos determinar cómo trabajaremos, qué actividades realizaremos, cuándo se realizarán y quiénes estarán involucrados. En algunos casos no es posible brindar un alcance e inversión para el proyecto, sino que decidimos empezar con fases de descubrimiento y definición para sentar las bases del proyecto.
En esta fase, lo esencial es la investigación, el hecho de omitirla, con toda seguridad, hará que en algún momento sea necesario regresar y tener que rehacer las subsecuentes para continuar con el proceso.
Nos brinda información de la viabilidad del producto de cara al negocio, nos ayuda a validar hipótesis sobre el problema o necesidad a resolver y a conocer más a detalle a los usuarios finales.
Lo anterior junto con actividades de ideación, nos deja un buen escenario con respecto a las funcionalidades que tendrá el producto, en qué dispositivos se podría utilizar y en general, de qué forma debemos crearlo.
Esta fase puede involucrar talleres, focus group, entrevistas, encuestas y evaluación de otras plataformas.
En este punto es posible imaginarnos el producto, sabemos qué funcionalidades debería tener, ahora lo más sano es priorizar en conjunto, definir un MVP.
Entendiendo que trabajamos bajo una hipótesis que se validará únicamente cuando el producto esté en las manos de los usuario, la mejor forma de disminuir el riesgo es priorizar la lista de requerimientos que tenemos, implementar en un inicio solo lo más importante y luego iterar el producto finalizado para agregar más y más funciones.
Con ese fragmento de funciones vital, podemos definir elementos como la arquitectura de información y el workflow, teniendo como objetivo principal facilitar al usuario el acceso a cada funcionalidad y segmento de información.
¡Ahora debemos validar la hipótesis! Mencionamos a detalle en otro post, prototipar agrega seguridad al proyecto, es una representación simple y rápida que nos permite ponerlo en manos de usuarios finales para recibir feedback, con él haremos ajustes y tomaremos mejores decisiones en pro del éxito del producto
Existen muchas formas de prototipar, desde bocetos en papel, hasta el uso de software para crear simulaciones bastante cercanas al producto final.
Partiendo del producto validado empezamos la construcción: nos basamos en la metodología Scrum para generar entregables completamente funcionales de forma periódica, que son validados tanto por el cliente como por los usuarios finales en nuestras pruebas de usabilidad.
El equipo de Diseño se encarga de generar la visualización gráfica que comparte con el equipo de Desarrollo para su implementación, esto acompañados siempre por el Scrum Máster y Product Owner. Además de estos equipos internos como principales actores, entra al juego el rol de QA y se mantiene constante la participación de stakeholders.
Es una extensión del proceso anterior, ya que cada entrega periódica interna puede ser hecha pública. En esta etapa, nos aseguramos de tener todo lo necesario para el correcto acceso por el usuario, por ejemplo en el caso de una app, el colocarla en el App Store y Play Store es parte de nuestra tareas.
Aún cuando se ha finalizado la implementación y cumplimos con nuestros objetivos, el trabajo con un producto digital nunca termina, el contexto cambia, el negocio y los usuarios tienen nuevas necesidades.
Por eso es que, posterior a la puesta en producción, nos encargamos de realizar pruebas de usabilidad y de seguir de cerca las estadísticas de uso, abriendo paso con esa información a áreas de mejora en el producto.
Lo anterior está relacionado con la llamada Investigación Direccional, proceso que debe ser constante en el ciclo de vida de cualquier producto, y que nos lleva a nuevos retos.
Crear un producto digital no es algo que sucede de la noche a la mañana, es más simple y satisfactorio cuando conocemos el camino y lo disfrutamos. Es este nuestro regalo al mundo, una forma de hacer que las cosas sucedan.
“Los principales problemas a los que se enfrenta el desarrollo de productos más seguros, menos propensos a errores y más fáciles de usar y entender no son tecnológicos: son sociales y organizativos.”
— Don Norman Co-fundador de Nielsen Norman Group
Compartir artículo